A raíz de una intervención quirúrgica para operar un tumor cerebral, Francisco Oliva sufrió un daño cerebral que le provocó diversas secuelas físicas, emocionales y conductuales, entre ellas una agresividad que no tenía con anterioridad y que ha requerido de apoyo neuropsicológico para que tanto él como su familia entiendan y sepan cómo gestionarla.

La agresividad en personas que han sufrido daño cerebral es una secuela bastante frecuente y una de las que más dificulta su integración social y laboral Las manifestaciones de la irritabilidad pueden ser verbales, físicas hacia objetos y físicas hacia personas. Las personas con estas dificultades pierden el control ante frustraciones de la vida diaria.

En el caso de Francisco, usuario de ADACE CLM en el Centro que tenemos en la localidad ciudadrealeña de Puertollano, esta agresividad se debe a la localización del tumor del que fue intervenido y, en su caso, como en muchos otros, las reacciones de ira son fugaces y apenas si las recuerda pasados unos minutos.

Como comenta nuestra neuropsicóloga en este recurso, Primitiva González, Francisco y su familia “se encontraron a una persona distinta”, a quien el daño cerebral le había cambiado la forma de ser, haciéndole más agresivo cuando antes se caracterizaba por ser una persona muy afable y cariñosa.

En este sentido, el apoyo que se ha prestado ha sido tanto a él, para que sea consciente de esta nueva realidad y proporcionarle herramientas para poder controlarlo, como a su familia, principalmente a Remigia su esposa, con la que se ha actuado para que entienda y sepa cómo actuar ante esta nueva realidad.

Un triunfo el avance experimentado

Gracias al apoyo recibido tanto en ADACE CLM como en otros recursos asistenciales de la localidad, la evolución de Francisco ha sido muy grande. “Un triunfo el avance que ha dado”, señala en el vídeo Remigia, en el que en buena medida han influido aspectos como la instauración de rutinas en la vida diaria de Francisco, que ayudan a controlar algunos de los déficits causados por el daño cerebral.

Dentro del apoyo que se presta a los familiares, y en particular a la persona cuidadora, es clave hacer hincapié en poner en valor y reivindicar los derechos, “no sólo los deberos”, que tiene la persona cuidadora, siendo necesario dotarla de espacio de respiro y estrategias que le permitan continuar con su vida personal en la medida de las posibilidades.